Quitándole la virginidad a mi alumna de 16

Quitándole la virginidad a mi alumna de 16


 

El gran cambio fue lo mejor que me pudo pasar. Yo era Vicente, un viejo profesor de 60 años en preparatoria pero cuando el gran cambio afecto a la población del mundo haciendonos cambiar de cuerpos todo cambio. Estaba dando clases frente a mi grupo cuando de pronto me encontraba al fondo del aula, sentía una brisa entre mis piernas y un largo cabello rubio caía de mi cabeza, note que ya no solo había dejado de ser calvo sino que también me encontraba usando uniforme de mujer, mis flascidas piernas se convirtieron en unas flamantes, suaves y divinas. Mis manos pasaron a ser delgadas y refinadas. Mi barriga desapareció y a su paso unas monumentales tetas ocultaban mi vista inferior pero aún así pude notar que en la ausencia de mi verga, una suave, húmeda y apretada vagina me daba la bienvenida al tocarla con mis femeninas manos. Quedaba claro, había cambiado cuerpo con mi alumna preferida: Daniela de 16 años, era quien sacaba mejores notas y quién era la más educada y refinada del salón.

El caos inundó el salón, la escuela, el mundo y entre el caos yo huí. Las semanas pasaron y todo era confuso para muchos pues aún no se sabía quién era quién. En la tranquilidad de mi departamento me decidí a explorar el cuerpo de Daniela, ahora que era ella podía hacer lo que quisiera con ella... CONMIGO. Jugar sin parar mis tetas, podría oler el dulce aroma a fruta de su cabello cuando quisiera y probar su intimidad dedeandome todo lo que quiera. Cuando pruebas los orgasmos femeninos, la electricidad recorrer tu cuerpo al estremecer... Te vuelve loca. Cada que metía mis dedos de mujer, cada penetración, cada gemido de su voz sentía que Daniela lo hacía para mí, quería imaginar que cuando ella estaba en este cuerpo lo hacía pensando en su querido profesor de historia, que la volvía loca en secreto, eso era excitante pero sentirlo... Era embriagante.

Necesitaba más, quería llevarme, robarme la virginidad de Daniela. Cuando se hizo evidente que el cambio era permanente busque a un hombre para satisfacer mis deseos y con este cuerpo no fue difícil, muchas personas querían probar el sexo después del gran cambio pero ningúno de los cuerpos de hombre cumplía mi requisito ¿El requisito? Que tenga una grande y gorda verga.

Cuando lo encontré lo lleve a mi casa para hacer el amor. Tal vez sea el cuerpo o las hormonas femeninas pero mi actitud paso a ser más femenina y delicada, eso fascinaba a los hombres, les gustaba que fuera inocente y dulce por fuera pero toda una putita por dentro. Estaba tan mojada, cada beso que me daba me alteraba de formas que no imaginaba...

"¿Esto es lo que se siente ser una niña?" Pensaba dentro de mi mente, me sentía vulnerable, débil y delicada entre sus fuertes manos de hombre y cuando el hombre introdujo su verga en mi vagina enloquecí, sentí el palpitar de su verga en mi interior, el calor dentro de mi, sentía como mi vagina chupaba esa verga hasta el fondo con tanta fuerza, como la apretaba para no dejarla salir, no quería que saliera de mí jamás. Quería quedarme pegada a su verga, no sabía si podría vivir sin ella.

"¡Dame más duro papi!"... Esas palabras salieron de forma involuntaria al igual que mis gemidos... supongo que no lo pude evitar, este cuerpo está hecho para esto.

Daniela gracias por cuidar de mi nuevo cuerpo por tanto tiempo y por darme la oportunidad de tomar tu virginidad, el sexo como virgen se disfruta más.


 

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